¿Es posible un nuevo período otomano?

Los dirigentes del PJD (Partido Justicia y Desarrollo –AKP en sus siglas en turco) llevan un tiempo hablando del Imperio Otomano como un modelo a seguir, y comparando la política de Turquía con el poder y autoconfianza de la época otomana. El Primer Ministro, Tayyip Erdogan acaba de declarar: “Tenemos que llevar a la República a esa posición”, refiriéndose al Imperio. Además, el Ministro de Asuntos Exteriores Ahmet Davutoglu relaciona su gobierno con la capacidad omnipotente de poner orden en la región. Fetullah Gulen, que tiene una estrecha relación con los gobernantes turcos al igual que con el gobierno de USA, ruega que Turquía siga una política basada “en el crédito heredado del Imperio Otomano”. En la charla que el General Basbug dio en Mardin (una ciudad kurda) puso mucho énfasis al hablar de “la poderosa Turquía”. También dirigentes de USA y de NATO han realizado declaraciones poniendo a Turquía como ejemplo de un país poderoso y “modal” en la región. Turquía se ha convertido en un “país central” o, como la Secretaria de Estado de USA declaró cuando estuvo en Turquía, “Turquía es el país fuerte de la zona”.

Las declaraciones que enfatizan el “poder” de Turquía de acuerdo con su papel futuro en la región son apoyadas desde la perspectiva diplomática, militar, política y, en parte, económica. Las negociaciones con países de la región han sido frecuentes en años recientes. Se han mantenido negociaciones con Irak, el Kurdistán iraquí, Irán, Siria, Palestina, Azerbaijan y Georgia en un breve periodo de tiempo. Pese a las tensiones derivadas del “Problema de Karabakh” y del “genocidio”, se han dado los primeros pasos para mejorar las relaciones con Armenia y abrir las fronteras. Continúa la política de considerar a Azerbaijan como un “pequeño hermano”. Se mantiene el “patrocinio” sobre Georgia en colaboración con USA. Las relaciones con Irak y con el gobierno federal del Kurdistán iraquí han sido modificadas de cara a “eliminar” la resistencia kurda en Turquía, capitalizando recursos energéticos y obteniendo su parte del pastel al ser una ruta de paso hacia los mercados occidentales. Se han firmado acuerdos. Se ha asumido un papel en “la reconstrucción de Irak y la región kurda”. El Ministro de Asuntos Exteriores declaró que “trabajan como un gobierno” y que su objetivo es la “completa integración” (del Irak kurdo en el estado iraquí). Se ha suprimido la necesidad de visado en la frontera con Siria. Se busca una “relación bilateral amistosa” entre Rusia e Irán y se negocia sobre la extensión de acuerdos comerciales, etc.

Estos contactos, que los portavoces del gobierno muestran como “política exterior de profundidad estratégica” y fundamentados en la propaganda de que “Turquía es fuerte y es el país líder de la región” (Oriente Medio)” se muestran efectivos no sólo entre la pequeña burguesía y las clases medias, si no también entre los pueblos. Han dado origen a la falacia de que Turquía se ha convertido en “un país poderoso y el líder en toda la región”, por lo que es necesario contar con el apoyo popular para que esta política sea más efectiva.

LA ORGANIZACIÓN DE LA REGIÓN Y EL PAPEL DE TURQUÍA

El proceso, que empezó con la revolución iraní de 1979 y se aceleró con la disolución de la URSS y los países del Este, ha desvelado nuevamente a las potencias “organizadoras” de las dos últimas décadas en un una región enormemente extensa, desde los Balcanes a Oriente Medio – Sudáfrica y el Cáucaso. Este asunto ha sido analizado en numerosos artículos, por lo que no es objeto de estudio de este artículo. No obstante, cabe resaltar la existencia de dos potencias sobre todo: USA y Rusia.

Dejando de lado si Turquía es una “gran” potencia “organizadora”, Turquía se ha convertido en un “país organizado”. A pesar de la arrogante propaganda, Turquía no podría ser ni siquiera “como” Irán. La política antiamericana y antiimperialista se ha vuelto fuerte en Irán. La administración cooperacionista del Sha ha sido destruida, y el régimen islamista bajo control de los “mulás” ha incrementado su prestigio entre los pueblos de la región. USA se ha encontrado con la oposición de Irán en casi todas sus propuestas en la región.

Por otra parte, los gobernantes de Turquía continúan los sesenta años de subcontratación acompañados de una propaganda que le define como “socio estratégico”. Son presa del miedo a la Revolución Iraní y del aumento del poder de Irán en la región. Refuerzan la cooperación estratégica con los sionistas israelíes contra los pueblos árabes comprometiéndose más efectivamente con la estrategia hegemónica de USA. Permiten la utilización del territorio de Turquía por parte de los invasores americanos apoyando la ocupación de Irak. A los Estados Unidos les interesa fomentar la idea del “Islam secular” de Turquía frente al denominado “Islam radical” de Irán y de algunos otros países de Oriente Medio que “permiten” políticas antiamericanas. Además cuentan con la absoluta fidelidad de sus colaboradores turcos. Es en virtud de los intereses de Estados Unidos que se produce esta exaltación de Turquía como “país poderoso y ejemplar en la región”

Sin embargo, el prestigio de Estados Unidos a los ojos de los pueblos de la región ha sido dañado. El que millones de musulmanes hayan sido asesinados en Irak y Afganistán en nombre de la “lucha contra el terrorismo” ha levantado las iras contra la hipocresía imperialista puesto que la razón fundamenta de la ocupación ha sido la apropiación del petróleo y otros recursos energéticos. La administración de Estados Unidos ha sido forzada a realizar un cambio táctico. Las denominadas políticas de paz iniciadas por la administración Obama son el resultado de esta situación. Esta política ha sido vista como “necesaria” para que la política expansionista tenga éxito. Lo que se espera de los gobernantes de Turquía es que se adapten y apoyen esta política.

El papel y el poder de Turquía cobran sentido dentro de las políticas estadounidenses. A Turquía se le pide que “desarrolle relaciones amistosas” con los países de la región. Así, la imagen de Turquía como “un país indispensable” crecerá y los portavoces del gobierno podrán mantener la afirmación –hasta el punto de ser convincentes- de ser “el país más fuerte de la región” poniendo como ejemplo los negociaciones con los países vecinos comentadas anteriormente. Los Estados Unidos pidieron la “normalización de las relaciones”. Consecuentemente, los gobernantes turcos se pusieron rápidamente manos a la obra. La cerradura de este arrogante “Nuevo Pro-Otomanismo” está en manos del gobierno, mientras que la llave se encuentra en el bolsillo de la administración Obama.

 LA ERA OTOMANA NO PUEDE SER REVITALIZADA

El imperio Otomano, militarista, feudal y poderoso, dominó un área enorme extendiendo su hegemonía mediante la ocupación de territorios y países que, después, cayeron en “la basura de la historia” al vivir un innegable colapso en términos de desarrollo histórico y social. Es imposible dar vida de nuevo a ese cadáver. Las nuevas potencias hegemónicas imperialistas del mundo se han convertido en los “imperios” capitalistas del último siglo. Ellos son los que tienen el poder real mientras que el “Nuevo Pro-Otamanismo” tan solo se pavonea.

 

Lo que quieren quienes defienden la fantasía del nuevo otomanismo es tener acceso a una parte del petróleo y recursos energéticos de la zona, reivindican que Mosul y Kirkuk son “tierras turcas” y pretenden recuperar su influencia sobre el Cáucaso y los Balcanes agitando el “Asunto de la Turquicidad[1]”. Sin embargo, están obligados a contentarse con las dádivas que se les da a cambio de cumplir con la misión que se les encomienda. No pueden ir más lejos: los “sacos[2]” están preparados caso de que lo intenten.

LA CLASE TRABAJADORA DEBE VER LA REALIDAD

La propaganda sobre “el poder de Turquía”, aunque corre el riesgo de tensar las relaciones con los países y pueblos vecinos, puede ser efectiva para las masas. El camino que va de “estar a punto del conflicto” a la limpieza de minas y entrada y salida sin necesidad de visa crea una expectativa de mejores relaciones. El desarrollo de políticas pro-estadounidenses en Irak, Siria, Armenia y el Kurdistán iraquí son vistas como un “éxito del gobierno y del estado.” Estamos cara a cara ante un tejido político-militarista y diplomático-económico cuyo escaparate está decorado con el color verde oliva. El gobierno afirma que está desarrollando el país y la sociedad y que su poder garantiza una vida en paz y seguridad. La trastienda de este escaparate es un completo arsenal.

A los misiles nucleares “desplegados” en Incirlik y otras 20 bases americanas aproximadamente, se añadirán los “Patriots”. Mientras aumenta la pobreza, el hambre y el desempleo, se están despilfarrando recursos presupuestarios en el terreno militar. La política colaboracionista se refuerza de acuerdo con la estrategia de USA y la OTAN según la cual “todo es negociable, desde la diplomacia hasta las ocupaciones”. Esta política lleva inexorablemente a tensar las relaciones con Rusia e Irán. La ofensiva contra la lucha kurda revela la hipocresía de una ilusoria pacificación.

La burguesía y su gobierno luchan por sus intereses. Su política “de paz” no puede depender de intenciones y deseos. La cuestión determinante es la relación de poderes. La burguesía y sus representantes quieren transformar las demandas de las masas en fuerzas impulsoras de sus políticas. Va en interés de la clase trabajadora el no permitirles hacer esto y desvelar la verdad.

[1] Se refiere al hecho de la existencia de muchos turcomanos en los países vecinos, que son utilizados por Turquía para defender sus intereses en la zona.

[2] El 4 de junio de 2003, soldados americanos cubrieron con sacos las cabezas de soldados turcos.